El académico y empresario del país azteca visitó la Facultad de Ingeniería PUCV, específicamente la Escuela de Ingeniería Bioquímica, quien expuso en el seminario abierto al público, denominado “Innovación y emprendimiento universitario: la historia del biofungicida Fungifree AB”, donde el Centro interdisciplinario de ingeniería patrocinó la instancia.
Enrique Galindo es una académico y empresario mexicano de gran prestigio en su país natal. El Premio Nacional de Ciencias de México y docente del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, visitó Chile para ser nombrado Profesor Extraordinario de la Escuela de Ingeniería Bioquímica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Sus líneas de investigación se han centrado en el área de Ingeniería y la Tecnología de Bioprocesos. En 2008 fundó la empresa Agro & Biotecnia una compañía de base tecnológica, entidad clasificada como un Spin off del instituto de Biotecnología de la UNAM, que tiene como misión el control de fitopatógenos y promover el incremento de la productividad de los cultivos agrícolas.
A raíz de su trabajo en la academia y la industria, conversó con el Centro Interdisciplinario de Ingeniería para conocer cómo compatibiliza su trabajo en la universidad y en su empresa.
¿Cómo nació la empresa Agro & Biotecnia?
Notamos que existía una enfermedad en los mangos, estos eran atacados por un infección de hongos que los manchaba de negro y la única forma de combatirlos era a través de fungicidas sintéticos, que prevenían la enfermedad pero no lograban la calidad de exportación, por la residualidad del pesticida. Entonces, trabajamos en una alternativa diferente en el cual pudieran lograr frutos sanos y sin residuos externos, es por esto que desarrollamos un biofungicida que inhibe el crecimiento del hongo pero no tiene ningún residuo porque es un producto biológico, una bacteria, un enemigo natural del hongo patógeno.
De esta forma, aislamos esa bacteria de los propios árboles de mango y, en un proceso de que nos llevó cerca de 3 años, identificamos cientos de bacterias que tenían capacidad de ser antagonistas del hongo fitopatógeno. Finalmente, seleccionamos una que tenía la mayor capacidad de antagonismo con este hongo y creamos lo que ahora es Fungifree AB, un polvo humectable que tiene contenidas esporas de la bacteria, que se humecta, se suspenden en agua la se fumiga en el follaje, porque esta enfermedad empieza desde la floración en la superficie de las flores de las hojas de los frutos.
¿Cómo fue el proceso de traspaso desde investigación a crear la empresa?
La necesidad de convertir el proyecto en un spin off surgió porque trabajamos cerca de 8 años en el desarrollo de la investigación dentro de la Universidad Nacional de México y estábamos listos para transferir la tecnología a una empresa que estuviera interesada, durante 3 años estuvimos buscando la compañía idónea. Entonces un colega nos dijo: “si no lo haces tú no lo va hacer nadie” y, finalmente, nos convenció a no echar todo por la borda. Teníamos una solicitud de patente y pruebas de campo que demostraron la efectividad del producto y en abril de 2008, creamos Agro & Biotecnia.
¿Cómo se vincula el trabajo en la academia y en la industria?
En el Instituto de Biotecnología hay otras 8 empresas que se han generado como resultado de la política de spin off. A&B es una empresa privada y dependiente de la Universidad, nosotros le pagamos a la universidad por el derecho de uso de la tecnología y la patente derivada de este proceso.
¿Cuál es la importancia de este vínculo entre academia e industria?
Creo que los científicos realmente tenemos la capacidad de transformar la economía de los países. Está bien documentado que la tecnología puede llegar a ser cerca del 60% del crecimiento económico de un país y que las empresas de base tecnológica de alto impacto pueden hacer el cambio.
Existen ejemplos como Israel y Corea del Sur, donde el despegue de sus economía fue a partir de la generación de tecnología y la explotación de esta misma por empresas privadas, dedicadas a la innovación. Creo que nuestros países latinoamericanos tienen mucho camino por hacer, pero yo creo que es un ruta que debemos recorrer y el Estado debe dar más facilidades para este tipo de desarrollos.
Los investigadores tienen que ser más audaces para arriesgarse. A nosotros nos ha dado satisfacciones extraordinarias este desarrollo porque está ayudando a resolver problemas concretos de los agricultores, un producto que ya puede consumirse en el mercado y que es una solución a los problemas de muchos agricultores.